Cuando la consciencia te pilla... bailando

Cuando la consciencia te pilla... bailando

Hace unos años, me inscribí en una academia de baile para aprender bailes de salón y latinos. Estaba entusiasmada y llegue el primer día a clase totalmente ilusionada. Todos los que estábamos allí, éramos principiantes y lo primero que nos enseñaron fue el merengue. Muy sencillo: un dos, un dos, un dos al ritmo de la música. Sales de clase con la sensación de que sabes bailar algo.

Era octubre y dos meses más tarde me propusieron ir a Tarragona a un evento que organizaban cuatro escuelas de baile. Cada una estaba especializada en una disciplina diferente: salsa, bachata, pasodoble y tango.

Muy contenta, asistí al evento para seguir aprendiendo. Me gustó como estaba organizado. Por las mañanas teníamos dos horas de baile, por la tarde otras dos y por las noches las diferentes escuelas organizaban una fiesta donde exhibían sus mejores trajes y coreografías.

La segunda noche, le tocó el turno a la escuela de pasodoble. Yo lo único que sabía hacer era el paso base y un par de giros. La exhibición fue magistral. Todos disfrutamos muchísimo y aplaudimos con ganas porque eran realmente buenos.

La noche prometía. Los camareros comenzaron a pasar bandejas con copas de vino, refrescos y canapés… Cuando me disponía a coger un refresco, se presentó el director de la escuela de pasodobles con la intención de sacarme a bailar. No me lo podía creer, él era un experto en esta disciplina y yo apenas sabia dar tres pasos seguidos sin confundirme.

De una forma muy elegante me ofreció su brazo para llevarme hasta la pista, lo cogí y me di cuenta de que tenía el corazón a punto de salirse de mi caja torácica. ¡Dios mío! Estaba aterrorizada. Deje de oír la música, no veía a nadie, los oídos me zumbaban y lo único que quería era que me tragase la tierra o que una nave espacial me abdujera. Pero nada… Allí estaba yo, tensa, inmóvil, incapaz de mover un pie.

Yo había dado por sentado que íbamos a bailar un pasodoble, sin embargo, no fue así. Consciente de que yo era una principiante, me sacó a bailar un merengue. Pero, como decimos en PNL, el cerebro organiza la percepción para encontrarse lo que quiere y yo a pesar de que lo que sonaba era de merengue, me empeñaba en bailar pasodoble. No estaba disfrutando, no estaba en atención, solo quería hacerlo bien para que los demás no se dieran cuenta de lo nerviosa que estaba y no salía de mi atrape mental.

Entonces oí una voz que me dijo, “un dos, un dos, un dos…” y pude salir del trance interno en el que me había metido yo sola, “¿un dos, un dos? ¡Vaya no es un pasodoble es un merengue!” Poco a poco comencé a coger el ritmo, pero bailaba rígida, no podía; mis nervios, mi miedo no me estaban dejando fluir. Me estaba perdiendo una oportunidad única porque mi auditivo interno no paraba de decirme “¡no te enteras!, ¡lo estás haciendo mal!”. Me di cuenta que mi pareja me marca un giro a la derecha, pero deseosa de hacerlo bien, giré a la izquierda. Al momento me marca un giro a la izquierda y de nuevo lo hago al revés y giro a la derecha. Entonces le escucho decirme casi al oído: “estate atenta hacia donde te marco o te vas a hacer daño en el hombro”. En ese momento tuve lo que se llama un “insight”. Me di cuenta de lo que me estaba pasando. Y me dije: “ESTO ES COMO LA VIDA ya que la vida siempre nos da señales hacia donde tenemos que girar, si tenemos que quedarnos parados o seguir avanzando”. Sin embargo, muchas veces lo hacemos al revés, vamos tan rápido y tan despistados que no estamos en atención. Nos movemos por inercias o para conseguir objetivos de un ego mal educado, que nos hacen ir en contra de nosotros mismos y nos hacemos daño, mucho daño.

Esto que os cuento ocurrió en unos segundos, los suficientes para que la conciencia me pillara bailando. En ese instante me relajé y disfruté. En el baile el que manda es el hombre, de una forma elegante va marcando hacia donde hay que girar o hacer una figura. La mujer tiene que adornarse y seguir el paso, fluir y disfrutar.

Desde entonces cada vez estoy más atenta para realizar los giros según la vida me va marcando, desde el disfrute y la confianza. Hay veces que mi cabeza quiere tomar el mando porque es lo lógico, lo establecido, lo normal. Sin embargo, me dejo sentir y ahí encuentro las señales que me marcan por donde hay que ir.

Hace tiempo una querida y sabia amiga mía me dijo: “recuerda que una cosa hecha a destiempo es peor que una cosa no hecha”. Por ello te animo a buscar la línea de baile que la vida te muestra para que dances desde la consciencia y el despertar.


geni millan formadora